Expediente Gorki



En el expediente Gorki encontramos una vez más a Lenin y los bolcheviques en offside, creyendo que la revolución la tiene que hacer una casta de iluminados. Pero lo más demencial y autoritario es su planteo criminal de que habría necesidad  incluso de matar a la poesía si fuese necesario: 

En el verano de 1921 el estado actual de salud del poeta Aleksandr Blok se deterioró. Gorki no paró de enviar telegramas a Lenin y a Lunacharski:
‘Sálvenlo! Blok padece de escorbuto y de agotamiento nervioso. Dejen  que vaya a Finlandia a curarse. Aquí va a morir! ‘ .
En agosto, mientras en los pasillos del poder se deliberaba acerca de la conveniencia o no de darles  visado a Blok y a su mujer, el poeta, efectivamente murió. En realidad, fue empujado a morir. Era casi un asesinato. Veinte días más tardes, otro poeta, Nikolái Gumiliov, esposo de Anna Ajmátova, fue fusilado a toda prisa, acusado sin fundamento de haber participado en un complot de oficiales blancos. Gorki intercedió a su favor pero nuevamente en vano.
Agosto de 1921 es una fecha negra en nuestra literatura. La muerte de esos poetas, de los mejores de Rusia, abre el horrible martirologio, la lista infinita de escritores aniquilados por el poder soviético.
Para Lenin la muerte de Blok y de Gumiliov no eran acontecimientos, sino, todo lo más, costos de producción. Sus escritos de esa época ni siquiera  mencionan eso dos nombres. Mientras que para Gorki el hombre tenía un valor en sí, para su amigo, situado en la cumbre, no era sino materia prima, buena o mala: combustible para el fuego de la Revolución mundial.
Gorki mismo lo dirá diez años después, dirigiendo una mirada más sobria a los acontecimientos del pasado:
‘la realidad de su época no era para Lenin sino material para construir el porvenir’.

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