Los provocadores profesionales del partido bolchevique



La cárcel de Butyrka (Moscú) es una de las más crueles de la historia. Debe ser una de las pocas prisiones del mundo en la que los presos se "rehabilitan" en cuestión de días y  se convierten en  "justicieros". 

De allí salieron muchos de los agentes de la Cheka que luego impartirían "justicia" revolucionaria por toda la URSS. En 1920  y 1921 se calcula que de esta prisión de 150 prisioneros  el 40% había recibido el ofrecimiento de hacerse agentes secretos  de la Cheka, muchos de ellos, por supuesto, mediados por la condena a muerte que pesaba sobre sus cabezas. 

Cuando Lenin y Trotsky  hablan de que utilizaban legítimamente la violencia revolucionaria contra obreros y campesinos desconocen un dato  más que trascendente para su legitimidad, la de que el ejercicio de la violencia la utilizaba un organismo secreto (la Cheka) y que, además,  estaba integrado por verdaderos provocadores profesionales (en la actualidad es chistoso que la militancia leninista y trotskista  adjetive de provocadores a críticos de sus políticas equivocadas). 

Uno de estos provocadores fue Semenov, un vulgar delator que se convirtió en uno de los pilares de la revolución rusa. Semenov, que había entrado al partido socialista-revolucionario realizó empresas terroristas sin autorización del Comité central. Una vez detenido por la Cheka y ser condenado a muerte es perdonado por Lenin y Dzerjinsky, quienes le dan la misión secreta de seguir dentro del partido socialista-revolucionario, en calidad de confidente. A esas alturas Semenov ya había ofrecido los informes para lo que después fue el proceso de Moscú. A finales de 1922, aparece en Berlín un folleto de Semenov (Semenov-Vasiliev) denunciando la acción militar y terrorista del Partido Socialista-Revolucionario, en el que se reunía toda la información recaudada por Semenov. El folleto entero es una redacción típica de un policía provocador, donde solo aparecen el supuesto arrepentimiento de Semenov y una larga lista de nombres como supuestos responsables de muertes, expropiaciones y atentados. Lo interesante del folleto es que  alega que el Comité central del partido socialista-revolucionario sabía de las acciones terroristas que llevaba a cabo Semenov, pero que los desautorizaba inmediatamente, una y otra vez. Es decir, Semenov siempre se mandaba solo en sus aventuras terroristas y el partido socialista-revolucionario SIEMPRE se desmarcó públicamente de ello. Esto último se ha corroborado en el proceso de Moscú, pero esta "justicia" revolucionaria se mantuvo con la misma lógica esbirra.

Por eso Lenin se preocupó tanto por buscar artificios para ampliar la tesis del terror revolucionario en la legislación penal, porque sabía que los socialistas del mundo tarde o temprano llegarían a posar sus ojos críticos en lo que estaba desarrollándose entre sus manos.

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