Las Ilusiones de la modernidad - Bolivar Echeverría










Una de las cuestiones centrales para discutir con las masas es la complicidad de los explotados y oprimidos del mundo moderno para con el sistema capitalista; sin su apoyo es imposible que los capitalistas puedan seguir expropiándoles la plusvalía. Pero romper con esa complicidad no es para nada fácil debido a la larga configuración de adaptación que la clase obrera ha venido solidificando en sus formas de vida. 
Uno de los puntos débiles por donde se puede atacar aquella costumbre derrotista del obrero que lo lleva a integrarse al capitalismo es hacerle entender que la violencia contra él y su clase no va  a cesar jamás y que a medida que pierda más tiempo en recapacitar sobre su integración más dura será la violencia que el Estado le prepara. Recomiendo leer el libro Las ilusiones de la modernidad de Bolívar Echeverría para pensar esta tendencia histórica de la que habla Bolívar de que el capitalismo no hay que entenderlo como ciclos de paz y de guerras alternadas, no, sino de guerra continua, permanente, de devastación a cada paso que da.

Aquí Luis Arizmendi, su fiel discípulo, se refiere al libro en cuestión y abajo dejo el link de descarga para leer la obra:



“Heredando la criticidad de la intervención de Horkheimer (se refiere a la lectura de Los orígenes del totalitarismo de Hannah Arendt), Bolívar Echeverría introdujo una doble reconceptualización de la violencia propia de la modernidad capitalista.
Pare empezar, frente y contra el mito del progreso, demostró que es sencillamente imposible la existencia histórica del capitalismo sin violencia. Que incluso cuando no hay confrontación bélica o armada entre Estados o guerra civil al interior de ellos, un simulacro de paz, un falso escenario de alto el fuego o, lo que es lo mismo, un estado de pax, constituye el fundamento sine qua non para el funcionamiento de la modernidad capitalista. Demostró que en la medida en que existe a partir de expropiar medios de producción y por los mismo medios de consumo a los dominados modernos, el capitalismo vive de poner en peligro de muerte al grueso de la sociedad contemporánea. Solo sobre esa situación límite direccionalizada específicamente contra el proceso de reproducción vital de los dominados modernos, es que el capitalismo consigue que el grueso de la sociedad admita la mercantificación de sí misma como fuerza laboral. Lo que empieza siendo una violencia económica-anónima exterior, la puesta en peligro de muerte de los expropiados, se interioriza o introyecta en el momento en que el sujeto social expropiado, negando otras posibilidades como rebelarse o morir, toma posición y opta por asumirse como mercancía fuerza de trabajo autoconduciéndose a la explotación laboral. Desplegando espontáneamente, así, como estrategia elemental de sobrevivencia, es decir, como plataforma histórico-material del ethos moderno, una peculiar complicidad e integración de los dominados contemporáneos con la modernidad capitalista”.


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