Todo bajo el pulgar del comité central del partido




Observerse cómo ya en noviembre de 1917 el bolchevismo jugaba a dos puntas. Por un lado, con el Proyecto de decreto sobre el control obrero, le reconocía (algo que nunca había pasado en la historia) a la clase obrera como sujeto revolucionario y con poder transformador de la realidad a través de sus acciones y nada menos que frente a sus viejos patrones (art. 2). Algo que ya venía ocurriendo y este proyecto solo venía a legalizarlo. Pero a renglón seguido, ese poder obrero quedó sepultado en la premonitoria cláusula del artículo 5, donde todo lo que decidieran los trabajadores quedaba bajo el pulgar del partido bolchevique a través de sus sindicatos, donde con el tiempo fueron mayoría rotunda.

Aquí aquel proyecto que nos anticipaba algunas explicaciones del porqué de aquella derrota en Rusia de la construcción del socialismo:

1. Queda establecido el control obrero sobre la producción, consevación y compraventa de todos los productos y materias primas en todas las empresas industriales, comerciales, bancarias, agrícolas, etc., que cuenten con cinco obreros y empleados (en conjunto), por lo menos, o cuyo giro anual no sea inferior a 10.000 rublos.

2. Ejercerán el control obrero todos los obreros y empleados de la empresa, ya directamente, si la empresa es tan pequeña que lo hace posible, ya por medio de sus representantes, cuya elección tendrá lugar inmediatamente en asambleas generales, debiendo levantarse actas de la elección y ser comunicados los nombres de los elegidos al gobierno y a los Soviets locales de diputados obreros, y campesinos.

3. Queda absolutamente prohibida la interrupción del trabajo de una empresa o industria de importancia nacional (véase § 7), así como la modificación de su funcionamiento, sin autorización de los representantes elegidos por los obreros y empleados.

4. Todos los libros de contabilidad y documentos, sin excepción, así como todos los almacenes y depósitos de materiales, herramientas y productos, sin excepción alguna, deben estar abiertos a los representantes elegidos por los obreros y empleados.

5. Las decisiones de los representantes elegidos por los obreros y empleados son obligatorias para los propietarios de las empresas y no pueden ser anuladas más que por los sindicatos y sus congresos.

6. En todas las empresas de importancia nacional, todos los propietarios y todos los representantes elegidos por los obreros y empleados para ejercer el control obrero responden ante el Estado del riguroso mantenimiento del orden, de la disciplina y de la protección de los bienes. Los culpables de incuria, de ocultación de stocks, balances, etc., serán castigados con la confiscación de todos sus bienes y con penas de reclusión que pueden llegar a cinco anos.

7. Se declaran empresas de importancia nacional todas las que trabajan para la defensa o están relacionadas de algún modo con la producción de artículos necesarios para la subsistencia de las masas de la población.

8. Los Soviets locales de diputados obreros, las conferencias de comités de fábrica y las de comités de empleados dictarán, en asambleas generales de sus representantes, reglas más detalladas de control obrero.

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