Al marxismo le gusta hablar, pero le ha llegado el momento de escuchar
En el capítulo V de este libro de Murray encontramos el
folleto “Escucha Marxista”, en el cual el autor expondrá de manera sucinta y
didáctica los argumentos de su rechazo al marxismo en términos generales.
Bookchin plantea allí la identificación de los límites del marxismo como única
forma de establecer una perspectiva superadora en términos revolucionarios.
Algo que el marxismo, si bien lo dice con la boca pero que sabemos que nunca lo
hace y toma toda crítica a su teoría como un ataque. Por eso Bookchin sería
prácticamente confinado al desprecio por el arco marxista en su conjunto. En el
folleto hay una gran cantidad de refutaciones a los típicos tópicos marxistas.
Por ejemplo, nos encontramos con que el proletariado será desmitificado, puesto
en el lugar que adquirió realmente con el progreso del desarrollo de las
fuerzas productivas y el aumento de la centralización del capital. El
proletariado, según Bookchin, es contrarrevolucionario, y no por razones
teóricas, sino por cuestiones dialécticas, donde la fábrica lo formateó a
través de la disciplina, unificación y organización, y todo en razón de una
ideología plenamente burguesa. Bookchin va a anticipar la “no-clase” de Gorz
(el folleto de Bookchin es de 1970 y Adios al proletariado de Gorz es de 1981),
se hará la pregunta de si una sociedad sin clases puede surgir de las clases
que luchan y dirá que no, que en realidad solo puede emerger de un estrato
revolucionario que surja de la descomposición de dichas clases sociales. Me
imagino que duro habrá sido para Bookchin bancar su antiobrerismo en los 70
frente a los marxistas (lo consideraba como una enfermedad, “obreritis” , que
sufrían estos parlanchines marxistas que hablaban del proletariado).
Por supuesto que le da palos al Partido marxista. Coincido
totalmente cuando advierte que el partido marxista propone la sustitución de
una jerarquización social por otra, la del partido. El folleto en cuestión es
muy rico en críticas, pero la que más permite identificar el límite del
marxismo y el porqué de sus exabruptos, de sus reticencias en materia ecológica
y respuestas a las críticas, está en la que describe al marxismo como un teoría
que intentó autolegitimar su seudo-objetividad por sobre el resto de
expresiones políticas. Allí radica el principal “mal” de esta vertiente del
pensamiento, su atrincheramiento y su negación a superarse. Los dejo con
Murray, “Dos cosas son las que me perturban de los escritos maduros de Marx: su
pseudo-objetividad y los obstáculos que imponen al pensamiento utópico. El
proyecto marxista, tal y como fue formulado por Marx, profundizó a la vez que
limitó la temprana tradición socialista, y a largo plazo eso ha producido un
retroceso en vez de un avance. Cuando hablo de la pseudo-objetividad de Marx me
refiero a la sorprendente medida con la que Marx identificaba el «socialismo
científico» con el cientificismo del siglo XIX. Aunque actualmente existe una
tendencia de los más sofisticados «neo-marxistas» de moldear el proyecto
marxista en términos de alienación, el proyecto (tal como fue desarrollado por
Marx) era sobre todo un intento de hacer del socialismo algo «científico»,
proporcionarle la autoridad de una crítica científica. Esto conllevó un énfasis
en la «objetividad» que de forma creciente fue subvirtiendo los ideales
humanistas del socialism […] El marxismo ha provocado un gran daño a la
izquierda al estancarse en una pseudo-objetividad que es casi indistinguible de
una mentalidad jurídica”.
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