Lenin, un creyente del capitalismo de estado
El 5 de julio de 1921, Lenin escribió uno de los textos más significativos para quienes intentamos comprender qué carajos fue la revolución rusa, labor ultracomplejo por los intereses que de uno y otro lado (la derecha y la izquierda prosoviética) se mezclan en los escritos y que obligan a uno a tener que desenredar cuidadosamente. Dicho texto se llama Informe sobre la táctica del PCR, escrito con la represión brutal de Kronstadt a cuestas (la cual había sucedido unos meses antes). Allí, Lenin deja escrito con total seguridad lo que realmente fue la revolución rusa, una revolución burguesa que no hizo otra cosa que desarrollar el capitalismo. Lenin lo dice con todas las letras, en Rusia lo que hubo es CAPITALISMO DE ESTADO. El informe no tiene desperdicio, allí además de decirle a las masas obreras rusas que el capitalismo en manos de los bolcheviques era el único destino posible, los increpaba a callarse bien la boquita y a rendirle tributos al capital mediante un sacrificio humano que ni el zarismo ni ningún otro gobierno ha logrado sobre las masas desposeídas (el incrédulo seguramente aquí ya dejó de leer, pero esperen a leer las oraciones de Lenin). Como dije más arriba, la herida de Kronstadt era mortal. Lenin demuestra aquí que es capaz de utilizar una vez más una cita –en este caso de Engels- de manera oportunista y que para nada justifica lo que hicieron en aquella isla, es más, lo único que deja ver ese recurso retórico es que lo bolcheviques fueron realmente nefastos a la hora de hacer política consecuente con los intereses de la clase obrera. Para justificar la masacre de los rebeldes de Kronstadt, Lenin dice que la democracia pura es un invento burgués para descalificar a los bolcheviques en los soviets, o sea, Lenin dejaba también en claro que la democracia obrera, como producto soviético, no era más que una farsa como la democracia burguesa, donde la decisión del obrero y campesino se reduce a los ajustes de la línea del partido.
Vayamos a algunos extractos de aquel informe sustancial:
“La revolución difiere de la lucha corriente porque diez, y hasta cien veces más personas toman parte en ella. Por esto cada revolución impone sacrificios, no solo a unos pocos, sino a toda una clase. La dictadura del proletariado en Rusia ha impuesto a la clase dominante, el proletariado, sacrificios, necesidades y privaciones como jamás conoció la historia, y es muy probable que en cualquier otro país se repetirá el mismo proceso [el mismo Lenin les avisa a sus camaradas que si hacen lo mismo que él nadie les va a tomar el apunte ya que nadie va a arriesgar lo poco que tiene para perder más de lo que ya perdió].
Surge la pregunta: ¿cómo distribuiremos estas privaciones? Somos el poder estatal. Hasta cierto punto, podemos repartir las privaciones, imponerlas a varias clases, y así aliviar relativamente la situación de algunas capas de la población. ¿de acuerdo con qué principios debemos proceder? ¿según el principio de la justicia o de la mayoría? No. Debemos proceder prácticamente [aquí Lenin lo que quiere decir con ‘proceder prácticamente’ es que una minoría, la del comité central bolchevique, es la que va a decidir pasándose por el traste la decisión de la mayoría). Debemos hacer la distribución de modo de mantener el poder del proletariado [traducido a la realidad de los hechos no era más que la solicitud encubierta del sacrificio del obrero y campesino para que los dirigentes bolcheviques no perdieran el poder]. Ese es nuestro único principio.[…]
Desde el punto de vista teórico, esto indica, claro está, que nuestra revolución era, en cierto sentido, una revolución burguesa. […]
Llegamos aquí al problema más difícil. El impuesto en especie significa, como es lógico, libertad de comercio. El campesino, después de haber pagado el impuesto en especie, tendrá derecho a intercambiar libremente su excedente de cereales. Esta libertad de intercambio implica libertad para el capitalismo. Lo decimos abiertamente y lo subrayamos. De ningún modo lo ocultamos. Nuestras cosas irían mal si tratáramos de ocultarlo [Lenin lo empieza a blanquear porque no le quedaba otra y la crítica hacía tambalear al comité central]. La libertad de comercio significaba libertad para el capitalismo, pero también significaba una nueva forma de capitalismo. Significa que, hasta cierto punto, estamos creando un nuevo capitalismo. Y lo estamos haciendo abiertamente. Es capitalismo de Estado. Pero capitalismo de Estado en una sociedad en la que el poder pertenece al capital, y capitalismo de Estado en un Estado proletario, son dos conceptos diferentes. En un Estado capitalista, capitalismo de Estado significa que es reconocido y controlado por el Estado en beneficio de la burguesía y en contra del proletariado. En el Estado proletario, por el contrario, se hace eso mismo en beneficio de la clase obrera, con el propósito de que pueda mantenerse frente a la burguesía aún poderosa y luchar contra ella. Es claro que debemos hacer concesiones a la burguesía y al capital extranjero [por lo que la negación de atender a los reclamos de los obreros y campesinos de Kronstadt solo se puede entender como una negación a perder el control político de la dirección revolucionaria]. […]
U obtenemos una victoria inmediata sobre toda la burguesía, o pagamos el tributo. Admitimos abiertamente y no ocultamos que las concesiones en el capitalismo de Estado significa pagar un tributo al capitalismo. Pero ganamos tiempo, y ganar tiempo significa ganar todo, particularmente en una época de equilibrio [es notable como arma el discurso Lenin de acuerdo a su conveniencia, para meses atrás el peligro de la invasión contrarrevolucionaria por Kronstadt era temible y ahora reconoce que el imperialismo es consciente de que derrotar al régimen soviético era ya un dolor de cabeza], cuando nuestros camaradas extranjeros están preparando profundamente su revolución. Y cuanto más profundos sean estos preparativos tanto más segura será la victoria. Mientras tanto, pagaremos el tributo [Hoy la izquierda trotkista debería primero dejar de pagar el tributo del que habla Lenin antes que plantear fantasías como el dejar de pagar la deuda externa en el capitalismo]. […]
Y ahora para terminar unas palabras sobre la ‘democracia pura’. Les leeré lo que escribió Engels el 11 de diciembre de 1884 en una carta a Bebel: ‘la democracia pura, cuando llega el momento de la revolución, adquiere importancia como partido burgués extremo, como ya ocurrió en Francfort, siendo la tabla de salvación de toda la burguesía e incluso de la economía feudal […] Así, de marzo a setiembre de 1848 toda la masa burocrática apoyó a los liberales para aplastar a las masas revolucionarias […] En todo caso, nuestro único adversario durante la crisis y al día siguiente de ésta, será el conjunto de la reacción que se agrupará en torno de la democracia pura, y esto, pienso, no debe dejar de ser tenido en cuenta´.
No podemos –sigue escribiendo Lenin- plantear nuestros problemas como lo hacen los teóricos. Toda la reacción en su conjunto, no solo la burguesa, sino también la feudal, se agrupa en torno de la democracia pura. Los camaradas alemanes conocen mejor que nadie lo que significa la democracia pura, ya que Kautsky y demás dirigentes de la II Internacional y de la Internacional II ½ defienden esta democracia pura contra los malvados bolcheviques. Si juzgamos a los socialistas revolucionarios y a los mencheviques rusos, no por lo que dicen, sino por lo que hacen, veremos que no son otra cosa que representantes de la democracia pura pequeño burguesa. En el curso de nuestra revolución nos dieron un ejemplo clásico de lo que significa la democracia pura, y de nuevo durante la última crisis, cuando se produjo el motín de Kronstadt”.

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